MANEL Otra anecdota de la Guerra C.E.

Como que lo prometido es deuda, paso a  narrar lo que ucurrió con las balas de mauser que yo me guardé y que cogí del edificio dejado por los moros en la calle Montaña del Clot.
Donde encontré un canto golpeé suavemente la bala por su ojiva (parte superior) hasta que se separó de su parte inferior (vaina) y solo me quedó en las manos la vaina llena de pólvora. Luego encendí un pequeño fuego, al cual le fuí añadiendo pólvora muy despacio, hasta que en un momento dado se ve que acerqué demasiado la citada vaina y se prendió fuego en la pólvora que había en su interior. Como resultado se prendió su totalidad y al llegar al fulminante me explotó entre los dedos, con sangre incluida. Seguidamente me fuí a casa para que me curaran y así lo hicieron junto con la correspondiente y merecida bronca. Cuando llegó mi padre del trabajo se lo contaron todo, unido a que me habian encerrado con llave en una habitación y que me había escapado a la calle saltando por una ventana a la altura de un primer piso.
Mi padre me dijo que fuera con él, me dió el gran sermón y yo le prometí llevarme bien, desde aquel momento.

balas  de mauser

Recuerdo que cuando regresamos, mi madre le dijo aproximadamente "que bien, en vez de regañarle por todo lo que ha hecho, tú te lo llevas de paseo".
Hoy en dia pueden todos estar tranquilos, ya que estoy del todo civilizado, pues me han sentado muy bien los aires de Hostafrancs, los 22 años que pasé trabajando y viviendo fuera de nuestra querida Cataluña, mi querida esposa y mis dos hijos.