jueves, 20 de febrero de 2020

REIR ES SALUDABLE 54


Este era un señor muy borracho, que ya se le había hecho costumbre llegar a su casa borrachísimo, su mujer muy enfadada le pone una trampa, se disfraza de satanás y se esconde detrás de un sillón para asustarlo.
El tipo llega, se sienta en el sillón, su mujer sale y empieza a dar de gritos, el sin inmutarse le contesta:
- ¡No me asustas, estoy casado con tu hermana!
Un padre y un hijo leperos.
- Papá, ¿qué está más lejos... Córdoba o la luna?
-¿Tú ves Córdoba desde aquí, ‘tontolaba’?
- Yo antes era una persona vanidosa e insoportable.
- ¿Ahora ya no?
- No, ahora soy perfecto.
Un niño que llega a su casa y la dice a la madre:
- ¡Mamá, mamá, en la escuela me dicen peludo!
Y dice la madre muy asustada:
- ¡Manolo manolo, ven corre que el perro habla!
Era el examen final de inglés en la facultad. Como muchos de los exámenes universitarios, su principal objetivo era eliminar a los nuevos estudiantes. El examen duraba dos horas y cada estudiante recibió su correspondiente hoja de examen con las preguntas.
El profesor era muy recto y severo, catedrático a la antigua usanza, y le dijo a toda la clase que si el examen no estaba sobre su mesa después de dos horas exactamente, no se aceptaría, y el estudiante sería suspendido.
Media hora después de empezar el examen, un estudiante entró por la puerta y le pidió una hoja de examen al profesor:
- No va a tener tiempo usted para terminarlo, dijo el profesor al dársela.
- Si que lo terminaré, contestó el estudiante.
Se sentó y empezó a escribir. Después de dos horas, el profesor pidió los exámenes, y todos los estudiantes, en ordenada fila, los entregaron. Todos menos el que había llegado tarde, que continuó escribiendo como si nada pasase.
Después de otra media hora, este último estudiante se acercó a la mesa donde se encontraba el profesor sentado leyendo un libro. En el instante en que intentó poner su examen encima del montón, dijo el profesor al alumno:
- Ni lo intente. No puedo aceptar eso. Ha terminado tarde.
El estudiante lo miró furioso e incrédulo.
- ¿Sabe quién soy? -le preguntó-.
- No, no tengo ni la menor idea -contestó el profesor en tono de voz sarcástico-.
- ¿Sabe quién soy? -preguntó nuevamente el estudiante, apuntándose a su propio pecho con su dedo, y acercándose de manera intimidante-.
- No, y no me importa en absoluto -contestó el profesor con un aire de superioridad-
En ese momento, el estudiante cogió rápidamente su examen y lo metió en medio del montón, entre todos los demás.
- ¡Eso es perfecto! -exclamó-.
Y se marchó.

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