Señor Rajoy: No le creemos...
‹‹Escudero de Guadalajara, de lo que promete a la noche no hay nada a la mañana››.
‹‹Eso no va a entrar en vigor››. Insólita, por lo poco frecuente, comparecencia de Rajoy ante los medios de comunicación para dar su opinión sobre lo dicho con descaro y desvergüenza por Puigdemont en Madrid.
Usted, señor presidente del Gobierno, dice; ellos hacen. ‹‹La soberanía nacional lo seguirá siendo mientras el conjunto de los españoles así lo quieran››. ¡Solo faltaría! Es la Ley, la que usted, obligado a ello, no hace guardar. Antes de acudir a la fiscalía hay camino que recorrer que obliga a quienes, sin ser jueces, tienen como obligación cumplir el mandato constitucional.
Una sensación de impotencia se ha apoderado de muchos españoles. Vemos como nos obliga lo que a otros ni obliga ni se les exige. Tenemos la impresión de abandono y asombro.
‹‹Hasta el último minuto de la prórroga››.
‹‹El compromiso del Govern es inviolable. Celebraremos el referéndum››.
Usted, señor Rajoy ha dicho que la cuestión catalana es el reto más grave que tiene España. ¿Y eso como se combate? Ha dicho tantas cosas y ha hecho tan pocas en el tema de Cataluña que ya no podemos creerle.
Déjese de brindis al sol, que nadie entiende, y diga con claridad, sin medias palabras, de una vez por todas, cómo va a solucionar el grave problema que se nos viene encima. Porque todavía no lo sabemos. Le escuchamos y no sabemos qué quiere decir.
Esto no es Barataria ni somos todos sanchistas (por Sancho Panza). Todos aplaudimos lo bien que hace usted esas cosas de la economía  -con nuestro dinero-, pero le recuerdo que no solo de pan vive el hombre y que más allá del crecimiento en locomotora, tenemos un sentimiento y un espíritu común que nos identifica: ser españoles, todos, y por ello estamos dispuestos incluso a dejar a un lado la economía.
En la guerra conviene enseñar las armas antes de combatir. En ocasiones es la manera de ganar sin necesidad de iniciar el conflicto. Pero si no se puede evitar, el adversario sabe a lo que se enfrenta… y lo que le espera.
Diga lo que va a hacer, enseñe sus armas, las que la ley le ha concedido.

Don Tancredo

No haga, señor presidente, como aquel que esperaba la salida del toro de chiqueros subido sobre su pedestal. Se llamaba Tancredo López, más conocido como don Tancredo. Al final siempre era embestido por el toro. Él iba solo, corría su suerte, pero usted lleva detrás a miles de españoles que lo único que tenemos es España. No podemos jugar a la suerte.
General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)