lunes, 13 de abril de 2020

REIR ES SALUDABLE 59


Autobus del Imserso

En un viaje del IMSERSO a Lourdes, una abuelita le toca el hombro al chófer y le brinda un buen puñado de cacahuetes sin cáscara.
El chófer sorprendido le da las gracias y se los come con agrado.
Cinco minutos después, la abuelita repite, el chófer vuelve a agradecerle el gesto y se come los cacahuetes.
Cinco minutos mas tarde, la anciana viene con otro puñado.
El chófer ya no puede comer más y le pregunta:
- Dígame abuelita, es muy gentil de su parte atiborrarme de cacahuetes, pero ¿usted no cree que, a lo mejor, sus cuarenta amigos y amigas querrían también unos pocos?
- ¡ No se preocupe joven!, no tenemos dientes para masticar los conguitos y sólo podemos chupar el chocolate que los recubre.

Abuelo,no te comas las uñas

Se encuentran dos amigos y dice uno:
- No sé qué hacer con mi bisabuelo, se come las uñas todo el tiempo.
- Al mío le pasaba igual, y le quité la manía en un momento.
- ¿Cómo? ¿Le amarraste las manos?
- No, le escondí los dientes.

Engaño al chofer

Llega un niño muy contento a su casa y le dice a su papá:
- ¡Papá, papá, engañé al conductor del autobus!
El papá le responde muy emocionado por la trampa de su hijo y le pregunta:
- ¿Cómo lo has hecho, hijo?
El muchacho le responde:
- Le pagué y no me subí.

Quién te lo dio

Llega un niño donde su mamá que esta embarazada y le pregunta:
- Mamá, ¿Qué tienes en la panza?
- Un niño.
- ¿Y quién te lo dio?
- Tu papá.
Y el niño va corriendo donde su papá y le dice:
- Papá, ¡No le andes dando niños a mi mamá porque se los come!

Donde está dios

Un matrimonio tenía dos niños pequeños, de 8 y 10 años de edad, quienes eran extremadamente traviesos. Siempre estaban metiéndose en problemas y sus padres sabían que si alguna travesura ocurría en su pueblo sus hijos estaban seguramente involucrados.
La mamá de los niños escuchó que el sacerdote del pueblo había tenido mucho éxito disciplinando niños, así que le pidió que hablara con sus hijos. El sacerdote aceptó pero pidió verlos de forma separada, así que la mamá envió primero al niño más pequeño.
El sacerdote era un hombre enorme con una voz muy profunda, sentó al niño frente a él y le preguntó gravemente:
- ¿Dónde está Dios?
El niño se quedó boquiabierto pero no respondió, sólo se quedó sentado.
Así que el sacerdote repitió la pregunta en un tono todavía más grave:
- ¿Dónde está Dios?
De nuevo el niño no contestó.
Entonces el sacerdote subió de tono su voz, aún más, agitó su dedo frente a la cara del niño, y gritó:
- ¿Dónde está Dios?
El niño salió gritando del cuarto, corrió hasta su casa y se escondió en su habitación.
Cuando su hermano lo encontró encerrado en su habitación le preguntó:
- ¿Qué pasó?
El hermano pequeño sin aliento le contestó:
- ¡Ahora si que estamos en graves problemas hermano, han secuestrado a Dios y creen que nosotros lo tenemos!

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